Este genio de la pintura tenía 55 años cuando en 1918 sucedió la gran pandemia de gripe. El pintor noruego, famoso por otras obras como “El grito” y “La Muerte de Marat”, que comenté en ediciones anteriores, es considerado el precursor del expresionismo y supo plasmar en sus obras sus frustraciones y obsesiones. Se quejaba por su suerte adversa ya que a los cinco años perdió a su madre a causa de la tuberculosis y luego a su hermana por la misma causa. Decía que la locura y la muerte fueron los ángeles que rodearon su cuna y que lo acompañaron toda la vida. Sin embargo, sobrevivió a la gripe y pudo autorretratarse para dejar testimonio de su convalecencia. Es un oleo sobre lienzo de generosas dimensiones: 150 x 131 centímetros.
La pandemia tuvo características singulares tanto por su extremada virulencia como por su distinto comportamiento con relación a los diferentes grupos de población: atacó más a las personas jóvenes, entre 20 y 40 años, que a los tradicionales grupos de riesgo: niños y personas mayores. De alguna manera, la gripe se comportó como la guerra, eligiendo a sus víctimas entre la población más activa, aunque sin distinción de sexos.
Si bien se describen cuatro oleadas que se sucedieron entre marzo de 1918 y el invierno de 1920, la segunda y la tercera fueron las mas devastadoras y se calcula que afectó a mas de la mitad de la población mundial y la tasa de mortalidad fue del 3%, alrededor de veinte millones de personas en un año. Posteriormente la gripe siguió circulando en el mundo, alternando brotes epidémicos con mayor o menor importancia según las zonas en donde se manifiesta con distinto comportamiento y letalidad que la originaria.
Dr. Mario Gómez Grimalt / Secretaría de Prensa y Actividades Profesionales