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Polio en Tucumán – Años ’50 – Dr. Emilio Buabse

La epidemia de Poliomielitis, que invadió Tucumán en el año 1956, relatada en primera persona, por el Profesor Doctor Emilio Buabse.

Saluda cordialmente y agradece la visita al Colegio Médico de Tucumán, respira hondo y afirma… voy a comenzar por el principio.
¿Cuál es ese principio? Los brotes de poliomielitis que arreciaron en la Argentina se dieron en plena vigencia del Estado peronista, momento en el cual se produjeron grandes cambios en las políticas sanitarias y en la medicina del país.
En este sentido, el principio de la historia del Dr. Buabse se da a sus 24 años, cuando egresa de la carrera de medicina de la Universidad Nacional de Córdoba, ya que en Tucumán aún no existía y realiza su especialización en el Hospital de Niños de dicha provincia, particularmente en la Dirección de Infectología Pediátrica.

Obtengo la certificación y la recertificación, todos los papeles son muy bien confeccionados por las autoridades. Sin embargo, me dicen «¿y el carnet?» Yo me sorprendo. «El carnet peronista, aquí todos los médicos son peronistas». Yo respondo: Vea señor, yo amo a la medicina y no tengo otro norte, no de mejorar a un enfermo, sino de curarlo. Entonces insisto para poder ejercer y uno de los jefes del sector acepta, pero con la condición de palatino, significa que no podía firmar recetas, ni historias clínicas. Lo único que hacía era aprender.

Su inclinación a la especialización en infectología no es algo casual, el siglo pasado fue un período de análisis e investigaciones en torno a las vacunas para erradicar otras afecciones que el destacado profesor menciona enfáticamente: meningitis, alzheimer, SIDA, hepatitis, viruela y la poliomielitis. En 1954, por el gran cariño a su madre, decide regresar a Tucumán.

En mi regreso a la provincia estábamos en plena epidemia de viruela, de inmediato ingresé a trabajar en el Hospitalito, así lo llamábamos, el antiguo Hospital de Niños que quedaba en Avenida Sarmiento al 800. Era una casa enorme y estaba dividida en tres sectores, junto a división de policía y educación.
Junto a mi mentor, el Dr. Juan Francisco Villalonga comenzamos a escuchar en las consultas, “Dr. mi hijo se cae», «Dr. mi hijo no camina».

Para 1956, se produjeron 6.496 casos notificados de la enfermedad causada por el poliovirus en Argentina. El virus se transmitía de persona a persona, invadía el sistema nervioso y generaba una parálisis en cuestión de horas. Afectaba sobre todo a menores de cinco años y lactantes.

Había comenzado la epidemia de parálisis infantil. El Hospitalito estaba colmado, todos dispuestos a colaborar. Por el exceso de utilización de los pulmotores, la electricidad se paraba y los chiquitos corrían peligro de muerte entonces médicos, enfermeros, madres, empleados, fuerzas de seguridad, vecinos aprendimos a manejar una palanca para que funcionen mecánicamente, así lográbamos que pudieran respirar. Tuvimos apenas tres pulmotores y hasta por un período, tuvimos que esperar a un técnico de Buenos Aires para que nos arregle una de las máquinas.

Tengo que contar un momento que realmente fue emocionante, una madre con su rostro cubierto de lágrimas, me mira y me dice “salven a mi hijo”, con la ternura que me seguía, no tuve más oportunidad que abrazarla y llorar con ella, no podíamos hacer mucho más, ese pequeño sí se salvó.

“Un año de Registro Nacional de morbilidad poliomielítica”; en: Boletín Sanitario de la Dirección Nacional de Salud Publica y Asistencia Social.
Médicos, enfermeros, madres y niños afectados en sillas de ruedas, retratan lo que fue la poliomielitis

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El Dr. Buabse relata que no había cura, sabían que era imprescindible la etapa de recuperación, que se realizaba con fomentos, telas o paños de temperatura tibia o caliente que se aplicaba en los músculos que los médicos creían recuperables, con la idea de ablandar los mismos y que los niños pudieran recuperar la movilidad.

La parálisis infantil, no tenía cura, no había vacuna, la única vacuna que tenía era la CO, a virus muerto inyectable de gran eficacia, pero no era suficiente. Felizmente, Dios iluminó al mundo, y aparecieron las dos gotitas famosas de Sabin, una vacuna a virus vivo. Yo recuerdo que a las madres les decía dos horas antes que le toque la gotita: No le dé comer, porque podían vomitar, y perder la dosis.

Hospitalito, pulmotores, parálisis, niños, polio, son las palabras que resuenan de la boca del Pediatra Buabse, todas ellas, grafican en su mente uno de los momentos más trascendentes en su vida de médico. Sin embargo, el momento más difícil fue cuando hizo referencia a sus colegas, que lucharon a su lado, contra esta patología.

Quisiera rendir homenaje al equipo de médicos que dejaron parte de su vida en esta lucha, principalmente a mi capitán, el Dr. Juan Francisco Villalonga. El único sobreviviente fui yo, y mi homenaje es este, he manifestado lo más relevante de la epidemia de poliomielitis.

Gracias a la vacunación contra la polio, no se registraron casos de poliomielitis en Argentina desde 1984. Se espera, en el futuro cercano, que la poliomielitis haya sido la segunda enfermedad en ser erradicada del mundo (después de la Viruela). Con sus 94 años y siendo el Socio Nº 84, Buabse convive con una pandemia de coronavirus y envía un mensaje esperanzador.

Realmente es un virus malvado, perverso… sin embargo, hay dos cosas muy importantes a tener en cuenta, por un lado, distanciamiento social y barbijo, por otro, las vacunas, se van utilizando y perfeccionando, va llegar un momento en que estas enfermedades serán superadas.

El Dr. Buabse junto a su esposa, Dora Mukdise